Hay algo mágico que ocurre cuando 3 personas de diferentes edades se encuentran para jugar 18 hoyos. No es solo el juego. Es la risa que cruza el fairway, los silencios compartidos antes de un gran golpe, los consejos sabios o las bromas improvisadas. Es el compañerismo que se teje entre cada hoyo, entre cada paso.
Este fin de semana tuve el privilegio de compartir una ronda de 18 hoyos que nos recordó por qué amamos tanto este deporte. Los protagonistas: Norma, una encantadora jugadora que tiene el Golf en su vida hace ya varios años como hobby, y Fabián, un joven talento universitario de apenas 23 años, que juega a nivel competitivo en Alabama. Dos generaciones. Dos estilos. Una misma pasión.
Norma:
Norma con su filosofía y arte de disfrutar cada swing es de esas personas que contagian alegría desde el primer saludo. Su sonrisa es constante, y su swing tiene una cadencia y ligereza en cada movimiento. Ella no juega por la competencia, sino por el bienestar, la conexión con la naturaleza y, sobre todo, por las amistades que florecen entre los árboles del campo.
Entre hoyos, compartió anécdotas, sabios consejos y nos enseñó que el golf no se trata solo de bajar el score, sino de subir el ánimo. “Lo importante es no pensar tanto antes de cada golpe”, dijo entre risas mientras se sus palabras con cierto humor se dirigían a mi, luego de un putt perfectamente alineado.
Fabián:
Fabián que representa la fuerza joven con alma serena, es un ejemplo de equilibrio. Con apenas 23 años y un hándicap de competencia, su potencia física es impresionante, pero su carácter sereno y amable es lo que realmente destaca. Su forma de leer el campo, de respetar cada jugada, y de celebrar los logros de otros, nos recordó que la grandeza también está en la humildad.
A pesar de su nivel competitivo, Fabián se tomó el tiempo de compartir tips, observar con atención los swings de los demás, y reírse con nosotros como un amigo más. “Este deporte tiene algo especial…no es solo el score general, sino la satisfacción de sentir un gran golpe” nos dijo tras un drive impresionante drive de 320 yardas en el hoyo 4, el cual pareció cortar el viento en dos con un ligero draw y quedando en green.
18 hoyos de gratitud
Ese día no fue sobre ganar o perder. Fue sobre compartir. Fue sobre Norma enseñándonos que el golf es también un espacio de bienestar, de salud, de conexión interior. Fue sobre Fabián mostrándonos que la juventud tiene mucho que dar, pero también mucho que aprender. Fue sobre todos nosotros, disfrutando un campo y un juego que ya sentimos como hogar.
Finalmente la ronda acabo y para mi jugar con Norma y Fabián fue una experiencia enriquecedora. Dos generaciones, dos estilos de vida, una misma pasión. Entre hoyo y hoyo, las conversaciones fluyeron con naturalidad: sobre la vida, los aprendizajes del campo, las anécdotas divertidas, los consejos técnicos, y hasta los silencios llenos de admiración por el paisaje.
